1 mar 2013

Mide dos veces, antes de cortar.




Eso, es lo primero que uno aprende en carpintería/ plomería/ albañilería. Aunque, a lo que me refiero es a pensar dos veces las cosas antes de actuar. Hace unos días, mis adorados peces fueron víctimas del “entretenimiento” de una gata, quien me mató unos cinco o seis de los mejores ejemplares. No lo niego, por mi mente pasó “despacharla” de este mundo… pero, no lo hice.

Cuando era un niño, mi papá se puso a cultivar aguacates (detesto esa fruta con todo mi corazón… es como una proyección psicológica, pero eso no es el tema). La cuestión fue, que se me entregó el mejor juguete que puede tener un niño/adolescente de la ciudad: un rifle de perdigones de aire comprimido. El asunto es que la finca estaba plagada de pájaros carpintero, que dañaban todos los aguacates y mi papá ganó ese rifle como buen cazador de esas aves, y me puso a que me entretuviera haciendo algo constructivo: eliminando el problema. Lo cierto es, que yo nunca he matado a un animal por placer: o es para comida, o es por dañino. Aunque lo cierto, fue que salí demasiado bueno en puntería y cacería… de ahí, es el por qué defiendo tanto la vida (porque he arrebatado muchas. Usted dirá que solo eran aves, roedores, y algunos reptiles… pero, lo cierto es que: una vida, es una vida).

En fin, llegué a encontrar hace unos días a uno de mis hermosos shubunkines malheridos por las garras de la felina, que no pudo atraparlo (r.i.p)... y ya hasta tenía planeada la trampa (no letal); en esencia, darle el susto de su vida. Por cosas del destino, al ir a cerrar el portón hace unos tres días, la gata (del vecino), y yo nos cruzamos… estaba más flaca y asustadiza que de costumbre… si yo hubiera tomado esa piedra, creo que la habría matado de un solo golpe. Pero, algo en mí me detuvo (instinto o remordimiento?)… la cuestión es que me fui a acostar, y como a las cuatro de la madrugada de esa misma noche, me levanté al baño y fue ahí cuando lo escuché: era un pequeño gatito o gatita, de no más de dos días de nacido… si me hubiera fiado de mi razón (eliminar el problema) hubiera acabado con la vida de al menos una madre (primeriza) y dos o tres gatitos… ella, no mató los peces por diversión, lo hizo por hambre.

Esa misma mañana, solo me dispuse a buscar cuantos obstáculos pudiera ponerle al estanque… aunque tengo varios días escuchando al gatito (primeriza: dejó botado a uno; y, el tonto me tiene temor (natural)… está encaramado en una mata y solo baja de noche). En fin, hay que medir las acciones dos veces… eso, evita muchos problemas futuros y/o colaterales. Y nada, todo sucede por una razón… solo, hay que intentar comprenderla.

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